Good bye, mister Bailey
TRES meses: es todo lo que habrá durado el súper espía designado por George W. Bush para vigilar a Cuba y Venezuela. Reliquia patentada del régimen de Reagan, el veterano agente de la CIA Norman Bailey, ha sido echado al basurero, contra toda expectativa, por el nuevo Jefe de la Inteligencia Nacional norteamericana, Mike McConnell.
La despedida repentina de Bailey ha sido difundida muy discretamente, al contrario de lo que había pasado en el momento de su nombramiento cuando, en un gesto de auténtica prepotencia imperial, se había celebrado la carrera del sulfuroso personaje.
Para muchos observadores, la expulsión de Bailey ilustra el total desconcierto del gigantesco aparato de Inteligencia norteamericano ante los grandes cambios surgidos en lo que Washington siempre consideró su patio trasero.
Seleccionado por John "El Embajador" Negroponte, predecesor de McConnell, al final de noviembre, el "Jefe de Misión" de la Inteligencia norteamericana para los dos países tiene una larga hoja de ruta al servicio de la CIA y del Clan Bush.
Notablemente, Bailey había infiltrado al Gobierno de Noriega en Panamá mientras se preparaba la desastrosa invasión norteamericana y había sido asesor de Ronald Reagan, a pesar de ser socio de Lyndon LaRouche, el controvertido político norteamericano.
En uno de sus famosos disparates, Bailey expresaba en una entrevista, en marzo del 2001, sus deseos de una caída de los precios del petróleo, lo que tendría, comentaba, "consecuencias catastróficas" para Venezuela.
Sin embargo, en agosto del 2000, entrevistado por el diario argentino Clarín, había tenido una respuesta enigmática con respecto a Cuba.
"No veo realmente ninguna posibilidad por el momento de cambiar de política", había empezado por decir para luego añadir que, una vez ganadas en Estados Unidos las elecciones, las cosas podían cambiar.
"Después de todo fue un republicano, Richard Nixon, el que restableció las relaciones con China," declaró.
Según el Miami Herald, Bailey, al conocer su humillante expulsión de las más altas esferas de la Inteligencia nacional, mandó de inmediato un correo electrónico a sus amistades para dar su versión de los hechos. Precisaba que su puesto era definitivamente eliminado, lo que fue luego desmentido por un funcionario "anónimo", según un procedimiento corriente en la capital federal.
Negroponte, ahora Subsecretario de Estado, no ha comentado la defenestración de su infeliz protegido. (Jean-Guy Allard)