From Rebelion
La paradoja es grotesca. Para entrenderlo, miremos el referéndum constitucional que se desarrolló el pasado 15 de octubre en Iraq. Los iraquíes están llamados a las urnas para apoyar un texto que en su mayoría no conocen. ¿De qué Constitución se trata? Las Naciones Unidas deberían haber difundido cinco millones de ejemplares, pero son pocos quienes han podido leerla. Hasta la vigilia de las votaciones, por problemas de seguridad, no se conocían ni siquira los colegios electorales. Y se vota bajo toque de queda, en un clima de tensión y miedo. Porque esta vez también algunos grupos armados sobre todo en Ramadi han amenazado a quienes se atrevan a acercarse a las urnas. Una historia ya repetida en el triángulo suní el pasado 30 de enero. Pero, a diferencia de las elecciones legislativas, hay quien sostiene incluidos los grupos radicales de Falluja la idea de que en esta ocasión se pueden usar las urnas para rechazar de plano una Constitución que ha excluido a la minoría suní y que, además, llevaría al desmembramiento del país. Los suníes podrían aprovechar una enmienda concedida a los kurdos en la ley de transición y que haría posible rechazar la Constitución con la mayoría de los dos tercios alcanzada ya en las tres provincias. Una opción nada lejana que teme incluso el Gobierno, ya que pocos días antes de la elecciones había intentado cambiar la ley electoral. Intento fallido por la oposición de la ONU. Pero la comunidad suní está demasiado dividida para aprovechar esta enmienda, que sobre e papel es una garantía para todas las minorías.