Los límites de la globalización, tal como se manifiesta en las distintas naciones, son más visibles. En los días recientes esto se ha expresado de distintas maneras. No pueden tomarse como si fueran independientes unas de otras, pues existe el riesgo de cometer no sólo un grave error de apreciación, sino de engañarse a uno mismo.
En Mar del Plata, en Ginebra, en las afueras de París, en las costas españolas, en Irak ocurren hechos relevantes, no únicos, por supuesto, pero sí sobresalientes.
La reacción en Argentina en contra de la visita del presidente Bush indica no sólo un estado de ánimo frente a un personaje político poco atractivo, y que lo es incluso cada vez más en su propio país. La popularidad que lo llevó a un segundo periodo en la Casa Blanca se ha deteriorado rápido y de modo contundente, según indican los recientes sondeos de opinión.